lunes, 12 de noviembre de 2007

Pasando un luto

Por no aceptar las cosas que me pasaban, casi me suicidé, por causa de la gran depresión que tenía

Esto comenzó un día lunes, cuando el enfermo terminal de mi abuelo me dijo: eres lo más importante para mí, cuando llegue el final de mi vida te daré la eterna felicidad, en paz y en alma. Yo lo ignore ese día, pensaba que estaba alucinando y lo tomé como una simple broma.


Esa noche tuve un terrible sueño:
Estaba en una misa, un una iglesia totalmente construida de barro, era blanca; este lugar tenía un ambiente de reflexión y de profunda pena; en este lugar me sentía encerrado.
Estaban todas las personas llorando desconsoladamente. Observe, y me di cuentas de que todas las personas que estaban ahí yo las conocía. Observando fijamente ví a mi madre y a mis hermanasen la primera fila de las bancas que allí se encontraban, me acerque hasta el ataúd; di un grito desesperado:
¡Era mi abuelo! Con cara de dolor, tenía sobre su robusto cuerpo un bellísimo manto blanco y sus delicadas manos tocándose la barriga.
Toqué el ataúd, se ilumino todo mi alrededor, se formó un resplandor con todo los colores que se pueden imaginar.
Aparecí en el cementerio; estaban mis padres y mis hermanas, tocando cada persona una guitarra, cantando una extraña letra:

Llego la hora de decir adiós
A la verdad,
Estas postrado en un cajón,
Y no estás aquí, con dolor.

Te has quedado solo…
En un eterno rincón
Diciéndonos siempre el adiós
Con un beso de ilusión.

Te esperaremos siempre aquí
Sufriendo en desilusión
Porque no hemos aceptado,
Que siempre estarás.


Yo quiero que estés aquí,
Viviendo con la gente;
Estas en un lugar mejor
En edén, con nuestro dios.

Me dio tanta pena aquella canción, que incluso me salían pequeñas gotas de esperanza llamadas lágrimas.

Luego de aquellos perturbadores sueños rápidamente desperté,

Llegue a la casa de mi abuelo, el me dijo:

- me queda poco por vivir en este mundo, donde no hay paz entre humanos, sino dolor y sufrimiento.

(Se puso a orar, con un susurro tan despacio que no lo pude escuchar)

Dos días después me llamo por teléfono mi abuela diciéndome que mi abuelo había fallecido producto de su larga enfermedad
Al escuchar esto, cogí el auricular del teléfono, lo abracé; me dio tanta angustia; que llore, llore y llore hasta calmarme completamente.
Llegue a la casa de mis abuelos, su cuerpo estaba sentado en una silla, con la cabeza agachada y sus manos juntas; estuvo rezando.
Asistí a un doloroso funeral, todos estaban de negro, opacados por aquella pena que rodeaba sus corazones y que con un sollozo no podían expresar sus profundos sentimientos.
Estuve junto a mi familia todo el funeral; todos estaban de negro, opacado por aquellas penas que rodeaban sus corazones y que con un sollozo no podían manifestar sus profundos sentimientos. Aquí estuve junto a mi familia, pero nunca pensé que esto era lo más leve.

Primero, no podía aceptar que había muerto, dudaba de que fuese él, debe ser otra persona.

Luego me revelé contra dios diciendo que el no hacia milagros, sino que nos castigaba y que se llevaba a las mejores personas, y los demás habitantes de este mundo, eran los de menor valor; una ganga. De a poco fui superando esto, ya que iba entendiendo las verdaderas razones; las mías no eran, sino lo contrario.
No podía ver ni observar programas de televisión: como los de medicina, desastres, etcétera; ya que mi alma todavía no se había reconstruido después de tan aguda fisura; lloraba, porque no había brotado la primera planta después de un incendio. Simplemente fui decayendo más y más, que ya no podía ni siquiera levantarme. Pedí, mediante la medicina, un orientador; me guiaba con su brújula, en un lugar llamado mundo. Gracias a su gran experiencia, pude abrir mi corazón con una gota de pureza llamada esperanza.
Pero la pena no había sanado totalmente; porque su presencia, en medio de mi pensamiento, se había solidificado y hecho visible: A mi abuelo lo veía pasar en las noches por la escalera de mi casa; y cerca de las dos de la madrugada; sentía carcajadas de él। Esto, en vez de alegrarme me atemorizaba.

Busque por todos los medios de comunicación la manera de deshacerme de este problema; hasta que junte un sacerdote, un médium y un especialista en lo paranormal; ellos me dijeron en conjunto que no podían hacer nada, sino que dependía de mi la existencia de este.
Esa noche trate de buscar en lo más profundo de mi corazón ¿como podía terminar con este asunto?. Cuando de pronto oigo unos pasos; era él, subiendo por las escaleras. Salí de mi cuarto y grite

-¿Qué haces aquí?
-solo termino de hacer lo último que me queda en este mundo- me respondió

-¿Qué cosa es esa?

-que puedas aceptar lo que paso. Tú sabes lo valioso que eres para mí

- pero… es que el futuro, en un sueño, se convirtió en mi presente; y, el luto, mi futuro, y… estoy muy mal por esta tragedia

-ya entiendo, estas arrepentido de corazón y de pensamiento

-sí, por todo el daño que hice a los demás y el que sentí por tu partida.

-entonces me iré, ya que aceptaste todo. Te arrepentiste de las acciones humanas que hiciste…entonces me iré

-¡¡¡abuelo!!!


Pero él ya se había ido, solamente quedaba el recuerdo de aquella semilla que plante; la nostalgia y el recuerdo de aquel que se fue, mi acompañante vital, mi abuelo.

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